Oboistas,sabueso e invitados

Uno se hace amigo de personas con las que se cree,nunca se hablará.
Los primeros encuentros suceden de la manera más fortuita,por ejemplo,encontrando a tu antiguo profe de música en las escaleras de Bellas Artes,aún elevado y flotando,a causa de ese tal Wagner que a todos nos seduce más temprano que tarde.
Así fué,el profe de oboe y yo estrechamos manos en un intermedio de Sigfrido y desde ahí decidimos hacer amistad.
Días después,lo encontré en uno de mis cafecitos predilectos para leer y escribir,sentado a la sombra,fumando puro y leyendo unos pasquines.
Nos alegramos de vernos.Sin saberlo,era la primera invitada a una reunión espontánea.
Pronto llegó la tercera persona,una de sus primeras alumnas,una mujercita etérea y más parecida a un elfo perdido,que a lo que era,una oboista de la vieja guardia.
Tras ella venía un sabueso color canela moviendo la cola.
Ella,mirando de un lado a otro,buscó al dueño.
El quinto personaje llegó en bici.(el cuarto era el chucho,por supuesto)
Se desmontó del vehículo,llamó al perro y saludó al profe de música.Eran amigos de café.
Se pidió pasta para todos,vino y panes.
Salieron a colación los despertares con música de Grieg y olor a café recién tostado, la lectura de los códices mayas,los viajes hechos y los pendientes,el judaísmo de unos,el hedonismo de todos.
El sabueso mordisqueaba su pedazo de pan y observaba silencioso.
Solo después de un buen rato de parloteo nos dimos cuenta que nuestros vecinos,una pareja adulta de franceses ,nos miraba a hurtadillas.la mujer,boceteaba parte del parquecillo en un cuaderno,mientras su galán le hacía correcciones de perspectiva.
Sonreímos todos e inevitablemente juntamos las mesas.
El diálogo se complicó,ya que todo era una maraña de español,de hebreo y de francés.
Fué la pareja de venerables quien puso fin al jaleo,con su retirada.
Les indicamos en una pésima imitación de su idioma,el rumbo hacia la zona de las artesanías y los vimos partir mientras nuestro sabueso parecía acompañarlos,muy amable,a la puerta.
Me saca de quicio no poder comunicarme,me saca de quicio que mi francés sea tan malo,en especial cuando la sobremesa está sabrosa y soleada.
Ni hablar.

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