Tepoztlán.

Pocos entienden el encanto de este sitio.
Muchos lo ven como un anexo calientito y hippie de una Cuernavaca cada vez más bulliciosa.
Se dice que de niña me llevaban seguido y se dice también que no veía más que la alberca azul del jardín.
Todos los niños prefieren la alberca,son patos disfrazados.

Redescubrí Tepoztlán en 2010,cuando aún no mudaba el taller y aún no tenía pláticas de minutos ilimitados con Dios.
Era una pintora confundida,sí,aún más confundida que ahora.
Y él apareció.
Igualmente confundido.
Me invitó sin conocerme,a un viaje por carretera,junto con un escultor sudafricano y su esposa libanesa.Acepté porque la vida es corta y él era hermoso.
Acepté porque nos unía un amigo de muchos años que ahora vive en Londres.
Acepté porque estoy convencida de confiar en el bien y no en el mal.
La vida solo nos trae lo que le pedimos.

Llegamos a Tepoztlán a media tarde y lo dejamos a él en la plaza,dónde recogería al resto de sus amigos.
El escultor,la libanesa y yo,estacionamos detrás del monasterio y entramos atrabancados a un restorán todo mexicano que aún hoy,no recuerdo dónde está.
Llegaron los otros mientras bebíamos limonada recién exprimida.
Una francesa adorable,un chileno relajado y un pintor sonriente.
Nunca me habían gustado los pintores,hasta que lo conocí a él.
Su aura toda brillo,toda exaltación.
Nos miramos y caía la noche.
Se escuchaban los grillos mientras nos sonreíamos con los ojos.

Nos invitó a su casa.
Vivía detrás del panteón.
Eso me gustó.

Cenamos fruta tirados en el pasto,no recuerdo si habían estrellas,quizás todas estaban en mi interior.
Estrellas y fuego.
Hablé de muralismo con el escultor sudafricano mientras su esposa me trenzaba el cabello y me enredaba flores chiquitas en él.
Yo veía de lejos al pintor.
Qué hermoso era.
Quería mordisquearlo como manzana.

El pintor se sentó junto a mi en la madrugada,me acarició los dedos de los pies.
Nos hicimos una bolita bajo las cobijas.
Me hablaba despacito de pintura,al oído.
Yo le miraba,le tocaba la cara.
Su boca adorable,pequeña y en forma de beso.
-aquí hace frío
-la casa es fría
Sonrisa.
.
Me asomo a la ventana.
Tepoztlán al amanecer es inimitable.El aire huele a frutas dulces y el frío te tensa la piel.Leña allá a lo lejos.Un paisaje verde frondoso sin límites.
Todos están dormidos,deben ser las 6 de la mañana.
Observo la cama,donde él sigue durmiendo.

¿Ese día se convirtió él en mi oasis,en mi mar?
No lo sé.
Sus ojos de almendra sonrientes mientras andamos por el jardín inmenso.
Nos sentamos junto a la alberca.
Nos observamos.

Qué bello eres.
Eres una luz intermitente,como de centella.

¿Por qué tu boca sabe a dulce?,le pregunté mucho tiempo después.
No lo sé,dijo besándome más.

-ya amaneció
-sí
-¿te divertiste?
-mucho ¿y tú?
-también.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Los viajeros

En la búsqueda incandescente de caballitos de mar

El prólogo de la saga,sin un solo jedi