El gato en la cueva

La oscuridad total.¿La conocen?,creo que nunca le he temido.
He descubierto que mis miedos son más existenciales que atmosféricos.
Mi madre dice que de niña me compró varias lámparas para apaciguar temores al coco y a la noche,y que yo siempre las apagaba porque no me dejaban dormir.
Respeto la oscuridad,me fascina como el fuego,como el agua,como el sol.Fascinaciones primitivas,diría Borges.
Pero¿por qué tenerle miedo?Los fantasmas están dentro de nosotros.
Y la oscuridad se hace cada vez que dormimos.
Deberíamos acostumbrarnos más a ella.Es hermosa,callada y descomunal.

Yo la conocí en su totalidad hace poco.
Caminé durante horas cerro arriba y abajo para poder encontrarla.
Nadé en un agua turbia y mineral que me arrastraba como torbellino.

Parece que fué hace mucho tiempo,pero ha pasado solo un año.
Me había mudado apenas a una nueva casa,lejos del mundo y muy cerca de los cerros.Todo era posible.
Entonces me hablaron del río subterráneo.
Y yo soñé un día con él,señal clara de que debía ir a su encuentro.
Me encontré en un viaje sobrecogedor de 12 horas,con caminatas interminables entre arbustos secos y escaladas que hicieron renacer mi vértigo irremediablemente.

Llegamos a la entrada de una cueva desaforada,gigante como la boca de un dinosaurio.
Nos pegó el olor a río.
Me até bien la mochila de lata que traía en la espalda y entramos.

La oscuridad nos tragó de una bocanada.

Las linternas eran como juguetes dentro de aquella noche de mentiras.
Solo veía frente a mí,agua y rocas,rocas de todos los tamaños,diminutas como canicas o gigantes como hipopótamos que teníamos que montar para seguir avanzando.

Es cierto que el tiempo se vuelve relativo estando en la oscuridad.No habían horas,ni días.Solo la nada.Y caminamos y nadamos en esa nada sin detenernos,con el único fin de volver a la luz.

Me detengo un momento.
Me quito la mochila,extiendo la bolsa de dormir en la tierra húmeda y me acuesto.
Disfruto de esa nada,dejo que me inunde y me sobrepase.
Es como si hubiera perdido mi identidad,como si yo misma hubiera dejado de ser "algo" en este mundo.
¿Quién me dice que estoy aquí ahora,en esta cueva?
Es como si hubiera desaparecido.
Ni siquiera alcanzo a ver las manos frente a mi cara.
Pero me toco,me siento.Yo estoy aquí.Existo en esta nada infinita.

Arriba,en el techo de piedra,se escuchan los murciélagos aleteando y chillando.

Seguimos caminando.

La luz aparece kilómetros adelante,gloriosa y dorada como debe ser en toda historia de travesía.
Pero no corremos a ella como desesperados.Vamos despacito.
Despidiéndonos de la oscuridad y agachando respetuosamente la cabeza ante ella.
Tenemos iphones,teles de plasma,autos,pero seguimos siendo primitivos.
Estamos de paso por este mundo de fenómenos.

Me vuelvo a mirar por última vez la cueva.
Qué belleza la oscuridad.
¿Cómo temerle?
Venimos de ella y regresaremos a ella en algún momento.

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