Tarde

(Ejercicio en tercera persona)


Por tercera vez en la semana llegó corriendo a la escuela. Fuera de ella, solo quedaban algunos vendedores ambulantes y el viejo intendente barriendo papeles y hojas. 

Adrián lo saludó con la cabeza antes de entrar como una ráfaga por el portón de la secundaria. No paró de correr hasta que llegó a su salón en el segundo piso, donde ya todos estaban tomando la primera clase y se volvieron a mirarlo hasta que se sentó en su asiento. Tenía el cabello revuelto y la camisa se le pegaba al cuerpo por el sudor. En la banca de junto, su mejor amigo, Luis, le pasó su cuaderno para que se pusiera al corriente.

Aún jadeando por el esfuerzo, Adrián trató de concentrarse. 

- Casi no llegas de nuevo- se rió Luis

- No sonó la alarma- Adrián también sonrió, ya se estaba sintiendo más relajado y extendió sus largas piernas hacia el pasillo, estirándose, aprovechando que el maestro no miraba.

- ¿Vamos a jugar a mi casa después?- Luis lo miraba como siempre, con un cariño sincero. Adrián amaba esa mirada, se conocían desde niños, sus casas vecinas les habían regalado la posibilidad de verse siempre. Quizás un día de estos, muy pronto, podría confesarle lo que los dos ya sabían: que estaba enamorado de él. Luis se pondría feliz e irían a pasar el verano con su familia. Nadarían en el río como desde que tenían 6 años, comerían fruta fresca bajo el sol y  podrían besarse hasta el cansancio.

Adrián sonrió más ampliamente, feliz con esta certeza. 

- Claro- le contestó viendo como Luis se ruborizaba un poco antes de seguir tomando notas del pizarrón.

Hoy sería un gran día.

Adrián tomó su mochila buscando una pluma y pronto su mano agarró algo que le resultó poco familiar. Era un celular rosa, con pegatinas en la carátula. Lo miró sin emoción. Sus grandes ojos cafés, antes brillantes al pensar en el amor, se apagaron de pronto.

¿Fue un error haber tomado el celular?

Quizás debió dejarlo en el piso, junto al cuerpo de la muchacha. Pero le pareció bonito y lo metió a la mochila. Además ella ya no lo iba a usar.

Antes de ir a casa de Luis hoy, debería comprobar si ya encontraron el cadáver. Trató de esconderlo bien, incluso le tomó más tiempo de lo normal. Lo arrastró hasta los arbustos y lo tapó con piedras y hojas. Cuando se dió cuenta, eran más de las 8 y las clases habían empezado. Entonces tomó el celular y comenzó a correr.











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