El gato entero

Me gusta viajar sola.
Lo he hecho desde muy joven,desde los 14 años más o menos.
El año pasado,el ya ahora clásico 2012 de la búsqueda espiritual,solo usé mi mochila roja una vez.
Pero fué suficiente,los viajes que necesitaba eran ida y vuelta hacia mi interior y realicé bastantes.

Una mañana de no recuerdo qué mes,desperté sabiendo que iba a salir de la ciudad.Mi bolso estaba cargado de varios libros espiritualoides,de brillo labial y de bloqueador.

Partí.

Partí con esa extraña sensación de quién  ha dejado de estar consigo mismo largo tiempo.

Me sentía extraña en mi piel y mi cabeza me repetía constantemente que volviera al departamento mientras mis pies iban llegando a la estación de autobuses.
Como autómata me dirigí a comprar un boleto y luego bebí un chocolate de máquina en la salita de espera.
Me sentía ansiosa,ansiosa por estar ahi sola con mis pensamientos removidos.
Nadie podía distraerme ahora y de alguna manera,eso me aterraba.
Creo que me levanté y anduve dando vueltas por la estación de autobuses hasta que anunciaron mi salida.No podía estar quieta.

Escogí el asiento junto a la ventana,mi vecino de viaje ya estaba en su lugar cuando subí.
-Hola-me gustó que me saludara desde el pasillo,como si nos conociéramos desde siempre.Tenía un acentito chistoso,entre chileno,entre argentino.Su sonrisa muy grande.Traía una pañoleta enredada en el cabello café,eran los tiempos del calor tremendo.
-Hola-digo y hacemos malabares para subir la bolsa a la repisa.
-¿Vas hasta el pueblo?
-Sí
-Yo también,voy a un temazcal,nunca he probado
Al fin estoy sentada.Respiro profundo.Casi no le puedo poner atención,mi mente sigue inquieta pensando en la soledad de los días que vienen.
-¿Tú para que vas al pueblo?
Sonrie,qué bonita sonrisa,tan amable.Es tranquilizante como un bálsamo.
-Voy a reencontrarme
Y le sonrío también.

Me gusta estar parada junto a una carretera,me parece que todas las opciones están a mis pies,que todo depende de mi,de lo que yo quiera.Me gusta sentir la tierra caliente,el sol de llama en mi espalda.Ese sol siempre me hace recordar Zacatecas y mi infancia salvaje,me hace pensar en cantera rosada,en el rancho de mi tía mandrágora.Ese sol me recuerda quién soy y de donde vengo.Por eso lo busqué esta vez,porque me estaba perdiendo en un lago de preguntas sin respuesta y necesitaba recordar.Recordarme.

Llegué en taxi al pueblito ruidoso.Parecía una verbena,apenas podíamos movernos por las callecitas estrechas,atestadas de turistas.
El taxista desesperado,no podía creer que yo hubiera llegado sin reservación y que ahora lo tuviera peinando la población en busca de un hotelito.
Al fin,hartos él y yo,decidí bajarme y continuar la búsqueda a pie.
El solazo era tremendo.
Pensé que había tenido la peor idea,dejar la frescura de mi casa,la tranquilidad de mi habitación y de mis libros,para venir acá,al sol indecible,a la soledad confrontativa,al silencio.
Por un segundo,solo por un segundo,decidí regresar,decidí abordar el primer autobús de vuelta a la ciudad.
Y enconces di un paso y encontré una posada.

Los siguientes dos días caminé,tanto como solo he caminado en NY,cuando mamá acababa de morir y yo necesitaba sacar el color negro de mi entraña.
Ahora caminaba para encontrar a una muchacha,a una pintora de casi treinta años,amante de la literatura,de los gatos y del olor a leña.
¿A dónde se había ido?
¿Por qué me había dejado si yo era fiel a ella,a sus decisiones atrabancadas,a su humor loco?
Yo la había apoyado en todo y un día simplemente me dejó.
Su vacío,no podía resistirlo,todo,excepto ese vacío.
Y ahora me tocaba buscarla,debajo de las piedras,en los cerros,en el mar.
Recordé cómo ella amaba este lugar.Es un inicio.

Y la encontré.
Fué una sorpresa,como todo lo que ella hace.
Se apareció de noche,en mi cuarto,mientras afuera solo se escuchaban los grillos y yo trataba de concentrarme en un libro sobre budismo.
Se metió en mi cama despacito y me dió besos en las orejas,porque siempre ha sido muy juguetona y le gusta coquetear.Nos quedamos dormidas,acariciándonos.Y me desperté contemplando su perfil,su boca de corazón.Toqué su piel pálida y traté de hacer constelaciones uniendo sus lunares.
Volví a enamorarme de ella.
Locamente.

Nos metimos a bañar bajo el chorro helado de agua.Me abracé a ella casi con desesperación,resbalando en su cintura,en sus pechos,en sus piernas,porque me horrorizaba la idea de perderla de nuevo,de perder su magia,su risa,su luz como de pólvora.
Salimos a desayunar al mercado y otra vez éramos amantes.
Nos acostamos en el pasto y dejamos que el sol fantástico nos quemara,hasta que mis mejillas se pusieron rojas y brillantes.

Entonces me levanté,sientiéndome otra vez entera,otra vez yo,y decidí que era hora de volver a casa.

Ahora que escribo,la siento dentro de mi,sonriendo como siempre.

Y me hace sonreir también.




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