Parte tercera-La mandrágora

Creció despacio,sola,sin que nadie viera el largo de sus raíces y el alcance de sus ramas.
La tierra la cobijó,la calentó,hizo de ella un ser fantástico,medio furia,medio gorgona,medio oráculo de Cumas.
La tierra la sentía moverse,incansable,indómita,sentía sus ansias por salir,sus ansias de sol y de aire,luchó contra ella,la asfixió para conservarla a su lado,pero al final la mandrágora echó a correr.
Nadie pudo detenerla,jamás.
La primera vez que la ví,yo tenía 5 ó 6 años.
Entré de la mano del lirio a un apartamento oscuro,que olía a flores secas y a sopa de espinaca,entramos como si fuera nuestro hogar.
Estaba en penumbras y del pasillo salían ruidos,el trajinar de alguien en sandalias,yo me aferraba a la mano de mamá,ella,me sonreía.
Una risa alocada y luego silencio,más pasos.
El lirio me soltó para ir al encuentro de alguien que yo lentamente fuí distinguiendo.
Una figura larga,tan esbelta,una piel casi translúcida cubieta por la bata de baño todavía mojada,el cabello largo cayendo hasta la cadera,la mirada,como rapáz,maliciosa y de flama.
Mamá la abrazo estrechamente,mientras los ojos desconocidos encontraban los míos.
El lirio me hizo una seña para que me acercara.
Me alzaron por los aires y me dieron vueltas,escuché otra vez la risa locuáz,después el tarareo de una nana y al final una canción de Bola de nieve.
Estaba frente a la mandrágora.
Hermana menor del lirio.
Ser solitario y ruidoso.
Mi tía abuela.
Pronto supe de su historia de viajes gitanos,de polvo y de carrera interminable.
Al tiempo que echaba las cartas,me contaba de sus intentos por encontrar su pasado,de sus matrimonios olvidados,de los hombres que aún le seguían el rastro,esos hombres que no comprendían por qué ella se les escapaba de entre los dedos,sin mirarlos otra vez con los ojos burlones y la sonrisa de relámpago;todos ellos dudando siempre de si en algún momento la mandrágora los había querido un poco.
Me habló de su vida en el desierto,donde le habían creado la fama de adivina.
Allá la llevó uno de sus esposos,un hombre hermoso,de campo,de tierra, ojos verdes que brillaban sin provocación,el cuerpo entero de sol,el corazón roto sin remedio.
Le construyó una casa blanca,de cal,una casa que estaba lejos de todo,perdida entre las piedras.
No quiso compartirla con nadie,alejó a los vecinos curiosos y esparció rumores deschabetados para que la familia los olvidara.
En la casa blanca de cal,vive una mandrágora y vuelve loco al que la mira,tiene el poder de hechizar,de quitar el sueño y de entorpecer la razón,hace caer a los hombres en un influjo fatal que los conduce al desamor y al delirio.
La mandrágora nació con una marca en el muslo izquierdo.
La marca de la fortuna,de la risa,de la misión imparable y del corazón intempestivo.
La marca de la soledad,de la locura,la marca del juego.
La marca que pronosticó que moriría sin enamorarse.
La marca que acertó.
La marca que compartimos.
La marca que,en mi caso,espero se borre algún día.


Comentarios

Monchie Horror ha dicho que…
eres la cronica de monica ae. aurifera aerostatica, si la locura fuera palpable, irrealizable, irresistible serian tus ojos medio pequeños, sintesis de una palabra (volatil)que recorre estanques, parques, un bonbom atomico azul lapislazuli, un brio de tu mejilla en la estratosfera.

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