Fuegos fatuos

La casa de Tepoztlán quedaba del otro lado del panteón,así que para llegar a ella yo tenía que caminar por un largo callejón empedrado.
Un dos de noviembre,me bajé del autobús a eso de las 7 de la noche.Todavía pasé a cenar algo a Los Colorines y caminé un rato por el centro,disfrutando la noche.
Llegué al panteón a eso de las 9 y el pasaje que tantas veces había atravesado de día,ahora me parecía una boca de lobo.
Comencé a caminar con dificultad mientras escuchaba cantos y voces que venían desde dentro del cementerio.Podía ver sombras moviéndose entre las tumbas y el aire olía a copal.
Sentía en el estómago esa mezcla de emoción y de miedo que sólo puede dar lo desconocido.
-camina rápido,hoy hay fuegos fatuos-me dijo una de las señoras del mercado,sin siquiera saber que yo iba rumbo al panteón
Y ahora yo caminaba así,rápido,o al menos lo más velozmente que podía,en medio de la negrura y la magia.
Creía ver luces verdes y azules revoloteando por todos lados.
Era una noche encantada y el pasaje parecía volverse infinito.
Cuando por fin llegué al portón de la casa,estaba temblando de frío y de miedo.Miré por última vez rumbo al panteón y distinguí claramente cientos de luces parpadeantes.Eran los fuegos fatuos que me habían perseguido.
Miré con más detenimiento.
Eran luciérnagas.La noche estaba llena de ellas.

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